El día de San José tiene para mí un sabor especial. Un sabor que se pierde en mi propia infancia y que siempre va unido a la noche de San José, a la noche de la Cremá. Los días previos veía ilusionado la televisión esperando las primeras imágenes que llegaban a través de ella de las Fallas que se estaban plantando en la ciudad de Valencia. El 19, desde primera hora, daba en casa la lata pidiendo permiso para ver quemas las fallas en la televisión, al principio, no había llegado a casa la televisión en color y aquellas transmisiones eran en blanco y negro, pero me permitía soñar con el color del fuego destruyendo aquellos monumentos efímero que se levantaban en la ciudad de Valencia. En casa, nadie entendía porque podía gustarme tanto aquella fiesta, y más sabiendo el handincap que me impediría acudir algún día a Valencia en Fallas: mi miedo atroz a los fuegos artificiales y a la pólvora. Pero allí seguía año tras año en la noche de San José viendo como se consumía la falla del ayuntamiento. Algún año, debo confesar, me quede dormido y mi madre, tuvo que venir a llevarme en sus brazos a la cama. Pero al año siguiente amanecía San José con la misma ilusión y el mismo sueño ver las fallas.
Llego la televisión en color a casa, y con el un nuevo mundo para mi corazón fallero, ahora podía disfrutar, no sólo de las formas de las fallas, de sus ninots, ahora podía disfrutar de algo más del color de las fallas y de los fuegos. Y cada vez me enamoraba más de aquella fiesta, tan lejana a mí.
Esta noche acabo de presenciar la crema de la falla del ayuntamiento y en mi ha vuelto a renacer ese niño que soñaba todo el año con las fallas de Valencia. Por eso nace este blog, con el corazón de aquel niño que no sólo veía las fallas, sino que guardaba las fotos que aparecían en los medios de comunicación y que muchas veces miraba, como se mira el álbum de tu vida. Eso quiere ser este blog un álbum que me recuerde a lo largo de todo el año las fallas.
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